Este blog siempre ha sido producto mío (AC); todo su contenido, con excepción de las citas textuales, me pertenece; por eso, en caso de utilización, consideraré un buen gesto la mención de su procedencia.
Primera aclaración:
este espacio no contiene calificaciones de los espectáculos, shows, eventos o lugares sugeridos.
Segunda aclaración
Los espectáculos, shows, eventos o lugares sugeridos no abarcan toda la oferta disponible en la ciudad de Buenos Aires, por dos motivos: por un lado, sería imposible para un emprendimiento pequeño como éste que cuenta con un solo administrador y, por el otro, para eso ya existen las páginas amarillas, los clasificados de los diarios, alternativa teatral y la guía oleo.
Tercera aclaración
El criterio para publicar algo o no es siempre arbitrario y relativo, puesto que sólo se recomienda lo que el autor tuvo posibilidad de conocer.
Cuarta aclaración
Se recomienda confirmar la información publicada a través de otra fuente o consultando a arielcagnola@hotmail.com, porque frecuentemente los especáculos teatrales que busca difundir este blog -por el propio circuito en que se manejan- no permanecen en el mismo sitio durante todo un año y/o cambian de horarios.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Humor HD, los viernes a las 00 hs.
Humor HD tiene nuevo horario, se presenta los viernes en El Bululú a partir de las 00 hs.
1. Por qué el nombre?Enclave:
1. m. Territorio incluido en otro con diferentes características políticas, administrativas, geográficas, etc.
2. m. Grupo étnico, político o ideológico inserto en otro y de características diferentes.
http://www.rae.es
En clave de…:
1. loc. prepos. Con el carácter o el tono de. En clave de humor.
http://www.rae.es
Comedia:
1. f. Obra dramática, teatral o cinematográfica, en cuya acción predominan los aspectos placenteros, festivos o humorísticos y cuyo desenlace suele ser feliz…
http://www.rae.es
2. Por qué el humor?
Tengo un amigo actor que considera que actuar es hacer teatro dramático y no cómico, puesto que actuar en teatro de humor está un escalón más abajo. Idéntico parecer, pero en sentido inverso, tengo yo.
La discusión entre el género dramático y la comedia no es novedosa, en Melinda Melinda de Woody Allen, dos directores debaten sobre esto.
Mi preferencia por la comedia supongo que se basa fundamentalmente en que “para drama está la vida” -aunque sea una frase común– y en que la perspectiva cómica no impide tratar temas serios; por eso, pretendo que lo que veo sea representado desde el humor.
La discusión en tanto sea genuina siempre será válida. “¿Quién puede juzgar si existe una realidad más profunda en la tragedia o en la comedia? (frase tomada de Melinda y Melinda)”
No importan los juicios de valor en estos asuntos, no se puede llegar a ningún acuerdo, ello depende simplemente de la preferencia de cada uno. Por ello, aquí basta con dejar en claro la clave en que operará este espacio y ese será, en lo que a teatro se refiere, el de las historias observadas, construidas e interpretadas desde el punto de vista del humor y sus parientes cercanos, algunos más ingenuos –la suspicacia, la alegoría, la paradoja y el absurdo– y otros más oscuros –la ironía y el sarcasmo-. AC.
3. Por qué el teatro? (o por qué abandonar la comodidad del sillón y el control remoto para ir a ver teatro?)
“…Hace cincuenta años, una de las cosas que podía medir la evolución económica y social de una familia era tener acceso a la televisión. El deseo de poseerla era proporcional a la rentabilidad que producía en la comunicación familiar (la familia se reunía junto al televisor), a la pertenencia al grupo de elegidos que podía adquirirla, a la posibilidad de ver, desde la tranquilidad del hogar, cosas que ocurrían a miles de kilómetros de distancia, a un mundo de opciones que desde allí se abrían y que convertían la decisión de tener una televisión en una de las más importantes que se podían tomar. Tener una televisión era una de las mejores cosas que a la gente le podía ocurrir y muy pocos que estuvieran en disponibilidad económica de acceder a ella dejaban de hacerlo. Envidiados por la mayor parte de la sociedad que no la tenía, eran poseedores de algo tan deseado como inalcanzable.
Tener una televisión era algo casi imposible. Hoy en día, cincuenta años más tarde, se han invertido los términos. No tenerla es algo casi imposible.
Es difícil imaginar una casa sin su correspondiente aparato dominando el salón. Y es fácil imaginar una casa donde haya más de un televisor haciendo más íntima su contemplación en diferentes habitaciones. Aquel hogar en el cual se ha decidido no tener televisión, se convierte en un revolucionario cultural cuasimaoista. En fin, la mayoría estamos con la televisión y una ínfima minoría está contra la televisión, pero nadie está sin la televisión.
El Dios se ha consolidado.
…La pantalla de un ordenador remite a la televisión y las variables tecnológicas que se manejan en la fulgurante evolución de la comunicación por internet están protagonizadas por la amplitud de banda que permitirá superar la palabra a favor de la imagen.
En su trayectoria cada vez más popular, cada persona, con su pantalla personal, logra realizar conexiones múltiples con el universo de los que pueden acceder al privilegio del ratón y el gran teclado.
Cada vez estamos más solos pero mejor acompañados.
Hemos superado a la televisión pero nos la hemos llevado puesta, y mientras algunos nos liberamos de ella en el salón, la rehabilitamos en el trabajo y en las horas libres en una frenética búsqueda de imágenes, datos y esa tan lejana cercanía propia de las nuevas tecnologías.
Nadie puede negar que la magnitud de la portación de internet como vehículo de acceso al conocimiento y la comunicación es integradora, pero también superadora de la televisión.
En este sentido refuerza la condición de la pantalla televisiva o de un ordenador, no como una apropiación metonímica de lo real.
No es la parte de un todo. No viene de algo para ser otra cosa. Es lo real y ahí se quedará por mucho tiempo, precisamente lo contrario al lugar donde vive el arte del actor y en donde ese arte se hace manifiesto: el teatro.
En él no hay pasaje de lo real a lo virtual, porque nada de lo teatral es lo real. El arte se sigue fundamentando en el desajuste con la realidad, en su cuestionamiento, en la construcción de una alternativa frente a la férrea imposición de lo real; y el teatro ha hecho de ese sitio una trinchera.
No le queda otro lugar de subsistencia. En concordancia con su esencia, que hace del conflicto una bandera, no podrá renunciar a su identidad aunque quiera.
No puede transferirse a ningún sitio. No puede pasar a ser otra cosa que lo que es. No puede cambiar algo para intentar ser algo mejor. No puede dotarse de un nuevo sentido para organizar su existencia porque sin el que tiene, no existe.
Los del teatro son los parientes pobres de la comunicación, los mendigos de la fiesta, dice Salman Rushdie.
¿De qué fiesta?, pregunto yo.”
…La gran fiesta mediática es esa que ha permitido sentenciar ‘si no estás en la televisión no existes’. Es difícil adjudicar desde esta reflexión un valor trascendental al existir, porque la pregunta por el ser ya la habíamos pignorado por la pregunta por el tener. Cuando hicimos ese cambio perdimos algo en el camino, aunque la decisión sigue siendo un valor de cada individuo. En el fondo se sigue construyendo subjetividad en el momento de encender un televisor o conectarse a internet, y la gran subjetividad social es estar dentro de la fiesta; y aunque yo me pregunte qué tendrá que ver la ignorancia de Beckham y la estupidez de su mujer con la inteligencia de Jorge Valdano, los tres seguirán estando juntos para millones de personas.
Eso lo ha conseguido el fútbol emitido por televisión.
Cualquier jugador de fútbol en sus comienzos acepta ser tratado como una mercancía con muy poco valor con tal de que algún día sea tratado como una mercancía valiosa.
Eso lo consigue el fútbol en la televisión.
Allí donde Hollywood y la FIFA se encuentran. Allí es donde el teatro no podrá nunca negociar. La cuestión de fondo va mucho más allá de la supuesta popularidad de una actividad u otra. El fútbol ya forma parte de una programación que tiene sus cotas más altas de rating cuando se trata de meter un balón en la portería el equipo contrario. Nada se ha opuesto a que lo que estaba en lo real se deslice sin solución de continuidad, hacia lo que inventa lo real. Pasar del Camp Nou a la primera cadena no es transferir nada de un sitio al otro; a estas alturas de las circunstancias forma parte de una misma cosa.
Los deportes populares emitidos por la televisión han dejado de ser una manera de posibilitar horas de entretenimiento y ocio para pasar a ser la dieta básica de la existencia. Como opio del pueblo, señor Marx, eso funciona mejor que la religión.
No es como si fuera real, es real. En ese lugar la adecuación encierra con absoluta fidelidad las necesidades de este tiempo que nos ha tocado vivir.
Ir al teatro es tomar una decisión que la mayor parte de la gente que a la mayor parte de la gente le cuesta mucho asumir. Sin embargo, el valor de esa decisión es directamente proporcional a las dificultades que supone afrontarla, por lo que tiene de presencia y de encuentro vivito y coleando.
Una mujer o un hombre frente a un televisor o delante de la pantalla de un ordenador nunca podrá ser un espectador de teatro más allá de los contenidos que se emitan.
No hablamos ni de Moliere ni de Arthur Miller, no se trata de Chéjov, ni de Shakespeare, ni de los actores que con su cuerpo e imaginación sostienen los personajes creados por los autores.
El hecho teatral como tal no tiene un sitio donde ir que no sea hacia la afirmación de sí mismo, con lo que tiene de fugaz e inaprensible.
No puede ir a ningún sitio que a sí mismo no se lleve y cuando queda atrapado en ese otro episodio de la realidad llamado televisión, convierte su esencia en algo negociable. Una negociación imposible porque lo que a la larga acabaría comprando un espectador es una diferencia tan distante del hecho como tenue sería la concentración de ese mismo espectador para observarlo.
Cuando una telenovela refleja una vida y sus conflictos, desde el costumbrismo o desde sus formas prototípicas del realismo, está tan lejos del teatro como los espectadores que la contemplan, de un patio de butacas donde se acomoden sus huesos.
Hay personajes comunicando un tipo de experiencia para un público muy preparado para recibirla. Pero ni quien comunica ni quien recibe establecen otra complicidad que la que ya está establecida de antemano entre un actor dentro de una pantalla y un espectador dentro de su casa.
Cuando un hecho teatral refleja una vida y sus conflictos, utiliza el realismo como un deseo de expresar, no de vender. Relata desde el convencimiento de que eso que se cuenta vale la pena de ser expresado y no de que aquello que se transmite es para convencer al que observa de que no haga zapping.
Fragmento del prólogo del libro Alegato a favor del actor de Jorge Eines, págs. 17/20.
4. Sobre la relatividad de todo“La observación de la política y de la sociedad me han llevado a la convicción de que tenía razón Huizinga: lo que estamos haciendo en el mundo es un juego. No lo sería en un mundo permanente; pero somos hombres de paso en un mundo precario. Jugamos a todo, a estar convencidos, a ser de tal o cual partido político, a matar y a que nos maten y, ya se sabe, lo que tiene de malo el juego es que es imitación…”.
Adolfo Bioy Casares, 1995.
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